¿Alguna vez usted se mudó a otro país, cambió de trabajo o de programa en su escuela? Aceptar el cambio es difícil para la mayoría de las personas.
En la Biblia encontramos algunos hombres como Abraham y David que se trasladaron a diferentes regiones donde hallaron personas con costumbres distintas que tuvieron que amoldarse a los mismos.
Imagine entonces a Abraham cuando Dios le dijo: “Deja tu país y tu parentela y ve a la tierra que te mostraré” (Génesis 12: 1).
Así lo hizo Abraham, y cuando llegó a la tierra de Canaán, fue exactamente a un lugar llamado Siquem (Génesis 12: 6) y de Siquem, se mudó a Betel (Gen 12: 8).
Según Génesis 12:10, de Betel, se dirige a Egipto y podemos comprobar en Génesis 13: 3 que desde ese país, Abram decide dirigirse al Negeb, o Judá. ¡Cuánta perseverancia en su afán por obedecer a Dios!
Así en Judá, viaja a Gerar, cerca de Cades, la tierra de los filisteos (Génesis 20: 1). Abandona Gerar y se muda a Beerseba, la cual pertenece a tierra filistea (Génesis 21:34).
Amigos, este hombre maravilloso, padre de naciones, vivió como un nómada. ¡El mundo lo llamaría loco!
Mientras Abraham se movía de un lugar a otro, caminaba solo por fe. Él le creía a Dios y lo seguía.
Como era de esperar, estos viajes de Abraham estuvieron llenos de acontecimientos, pero siempre la intervención divina de Dios estuvo con él.
Una vez, Abraham viajó a la tierra de Faraón. La Biblia dice que Faraón llevó a Sara a su harén (Génesis 12: 11-20). Dios atacó a Faraón con graves plagas debido a sus acciones contra Sara.
Según Génesis 20:2, años después, Abraham conoció al rey Abimelec. Abraham estaba tan asustado que le dijo a Abimelec: “Ella es mi hermana” y como es de esperar, este rey también tomó a Sara.
Afortunadamente, Dios interfirió y se le apareció en sueños al rey pagano Abimelec, advirtiéndole: “Pon atención, eres hombre muerto debido a la mujer que has tomado, ella está casada con un hombre”. (Génesis 20: 3).
¡Abimelec se asustó! Le suplicó a Dios: “Señor, ¿matarás a una persona inocente? ¿No me dijo él mismo: “Ella es mi hermana”? Y ella misma respondió: “Él es mi hermano”. Con integridad en mi corazón y con inocencia en mis manos, he hecho esto” (Génesis 20: 3-5).
Dios respondió: “Sí, sé que has hecho esto en integridad de corazón, y fui yo quien te impidió pecar contra mí. Por eso no te dejé tocarla. Ahora, devuelve la esposa al hombre, porque él es un profeta, para que él ore por ti y vivas. Pero, si no la devuelves, debes saber que ciertamente morirás, tú y todos los suyos.” (Génesis 20: 6-7)
Como ha podido comprender, Dios trató de maneras muy diferentes a estos dos reyes.
Por una parte, Dios no impide pecar a Faraón cuando toma a Sara y le envía un gran castigo de plagas por tocarla. Sin embargo, Dios sí detiene al rey Abimelec de pecar porque vio la integridad de su corazón.
Preste atención a esto:
Si realmente usted desea agradar a Dios, ¡Dios le dará la gracia para vencer CUALQUIER pecado! Si es su deseo genuino de agradar a Dios, ¡Él le protegerá! Al temer a Dios, Dios hará que sus ojos se abran y le muestre la verdad para ayudarle.
Todas las personas necesitan conocer esto: Dios quiere ayudar a las personas que necesitan ayuda.
Sin embargo, muchas personas permanecen fascinadas con sus tentaciones, deseándolas; al punto que despiertan con ellas en su mente y luego cuando van a la cama nuevamente los acompañan.
Amado, si usted anhela la tentación más que a su Dios, Él nunca lo detendrá, ni lo alejará de ella.
La Biblia dice: “A toda tentación, Dios proporcionará una salida” (1 Cor. 10:13). Ahora, observe bien, si usted se deleita en su tentación ¡Es seguro que permanecerá en la esclavitud del pecado!
¿Cómo puede salir de su rebeldía y obtener ayuda del Señor?
¡Escuche la Palabra de Dios y tenga temor de Él!
Para escuchar más de esta poderosa Palabra, únase a nosotros en este video.
Muchas personas se llaman a sí mismos cristianos, sin embargo están perdidas y sin dirección, porque se niegan a escuchar y a obedecer la voz de Dios.
¿Por qué Dios debería luchar por usted y por sus hijos? ¡Porque, como Abraham, usted es su hijo, y la prueba de ello es que sigue su voz!
Queridos amigos, ¡No nos pertenecemos a nosotros mismos! ¡Pertenecemos a Aquel que nos amó primero, y se entregó a sí mismo por todos nosotros! (Ef. 5: 2).
¡Nuestras vidas deben ser guiadas por Dios!
Abraham fue llamado profeta por el propio Dios. Un profeta es alguien que puede escuchar y comprender la voz de Dios, y puede vivir su vida en consecuencia.
¡Abraham fue un profeta porque escuchó a Dios y se dejó guiar a todos los lugares que Dios quiso llevarle!
Cientos de personas siguieron a Abraham por fe, incluida su familia, sus sirvientes y las familias de los sirvientes.
Cuando Abraham se dispuso a escuchar y a obedecer a Dios, ¡Se convirtió en el profeta de su casa! Siguió los caminos del Señor, conociendo sus designios. Abraham se convirtió en el profeta de muchas personas que lo seguían.
Cuando comienzas a escuchar los suaves susurros del Espíritu Santo, como Abraham, el Espíritu comenzará a llevarle a lugares más profundos. Al escuchar la voz de Dios y moverse como Abraham, sus enemigos se convertirán en enemigos de Dios; sus problemas se convertirán en los problemas de Dios.
Amigos, resistan la tentación y respondan con obediencia a la guía silenciosa del Espíritu Santo.
El Espíritu de Dios está esperando por su atención. ¡Él está delante de usted en su lunes, en su martes, en su miércoles…! Pero si no está atento, no escuchará.
Preste hoy atención a la voz de Dios. Ame Su Voz.
Cuando usted se aparta de la tentación y se acerca al Señor, podrá tomar todo lo que Él tiene para su familia, su nación y su generación; incluso, mientras viva por fe, ante Dios el Padre, que le ama!