[Traducción: Inglés ]
Todos los cristianos sabemos que la iglesia representa el cuerpo de Cristo, formando un solo cuerpo con todos sus miembros. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
¿No sería maravilloso unirse a una iglesia viva y perfecta con un pastor perfecto?
Muchas veces vemos hermanos que abandonan una iglesia para ir a otra; dejando atrás la que habían estado asistiendo durante muchos años.
Razonemos primero, con esta otra pregunta: ¿Acaso somos nosotros perfectos? Entonces, ¿qué sucederá si nos unimos nosotros llenos de imperfecciones a una iglesia perfecta? Se volvería imperfecta entonces y la búsqueda de la iglesia perfecta no terminaría.
En realidad, ninguno de nosotros viene a la iglesia porque seamos perfectos ni porque nuestra iglesia sea perfecta. Venimos a la iglesia para encontrarnos con un Dios perfecto que es siempre misericordioso y amoroso.
Sabemos en realidad ¿cuál es la visión bíblica de la iglesia? Muchas personas ven la iglesia como un edificio.
La iglesia es un organismo vivo que persigue las decisiones correctas para mantener el cuerpo de Cristo sano.
Entonces, ¿qué hace que una iglesia sea saludable?
Una iglesia saludable es una iglesia unida
Vivimos en una cultura donde se espera que todos sean independientes para ser competentes. Pero tenga en cuenta lo siguiente: Un espíritu independiente no es de Dios.
En la naturaleza, un animal independiente, que se aleja de su rebaño se convierte fácilmente en la presa del depredador que acecha; como ocurre con la gacela, que se convierte en presa fácil del leopardo.
Vivir en comunidad nos mantiene seguros. Las personas que creen no necesitar de los demás, no podrán sobrevivir saludablemente en este mundo.
La Biblia hace un llamado a que la unidad y el amor protagonicen cada experiencia de la vida en la iglesia. Así como necesitamos a Jesús, también nosotros necesitamos a nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Sin embargo, en una cultura que se burla de los débiles, de los vulnerables, se requiere coraje, honestidad y humildad para confesar que tenemos necesidad de los demás. A medida que los creyentes crecen unidos unos con otros, las iglesias crecen más sanas.
El Salmo 66: 8-9 nos recuerda: “Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios, hagan oír la voz de su alabanza. Él ha protegido nuestra vida, ha evitado que resbalen nuestros pies”
¡Juntos seremos más fuertes!
Una iglesia sana es una iglesia que ora
Los cristianos apasionados que oran pueden cambiar el mundo.
En el Salmo 64: 10 se dice: “Que se regocijen en el Señor los justos; que busquen refugio en Él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!”
No seas un cristiano pasivo, aislado. Sé apasionado, únete a orar al menos una hora cada día. ¿Por qué? Porque una iglesia que ora es una iglesia en llamas por el Espíritu Santo. Los demonios no tienen miedo de una iglesia que ríe y baila e ignora el lugar de oración. Los demonios tienen miedo de una iglesia que ora y que se mantiene encendida por el amor y el fuego abrazador de Dios. Los demonios temen a una iglesia potenciada por creyentes que se acercan cada día para encontrarse con Dios en el horno de la oración.
Jesús en el libro de Mateo 21:13 dijo: “Mi casa será llamada casa de oración”
Una iglesia sana hace discípulos
Otro aspecto importante para que una iglesia crezca fuerte y sana es a través del discipulado. La iglesia no es un lugar de entretenimiento. No vamos a la iglesia a divertirnos, ni a socializarnos. Nos reunimos en la iglesia para profundizar en las cosas de Dios, en los pensamientos de Dios. Cuando una iglesia está en crecimiento, entonces somos enviados en ministerios para hacer lo que Dios nos pide que hagamos por Su Reino. La iglesia es la cuna donde se hacen y crecen los discípulos, luego se envían a las naciones.
En esas naciones, el ciclo de la Gran Comisión continúa, los discípulos hacen más discípulos, y es así como muchos verán la luz en el poderoso nombre de Jesús.
En Marcos 6: 12-13 vemos cómo Jesús prepara a los doce discípulos: “Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban”
Una iglesia sana, sirve
Una iglesia saludable crece a través del servicio. Una iglesia no es un centro comercial, un restaurante buffet o el último spa. No se viene a la iglesia como consumidores, deseando e imponiendo derechos al tiempo y a la atención de sus líderes. Como cristianos, debemos venir a la iglesia con un corazón humilde, de sirviente, para servir de acuerdo a su capacidad, porque al servir a los demás, ¡servimos al Rey Jesús!
Es importante que la iglesia, como organismo vivo, saludable, crezca más y más a través del servicio, la oración, el discipulado y la unidad. Sin embargo, la pregunta más grande todavía persiste: ¿Por qué ir a la iglesia? ¿Por qué no podemos simplemente reunirnos con amigos y algunas otras personas de ideas afines y dejar los domingos con otro propósito? ¿Por qué esa decisión de asistir a la iglesia? ¿Es o no importante hacerlo?
¿Por qué ir a la iglesia?
La iglesia existe para el placer de Jesús. Aunque podemos presumir que nuestra iglesia existe para servirnos a nosotros los creyentes, podemos no estar en lo correcto. La iglesia no existe para hacernos felices a nosotros. La iglesia existe para nuestro Rey, para Jesús. No vamos a la iglesia para los pastores o para nuestro beneficio propio. Nos unimos para honrar y adorar a Jesús. ¡Que todas nuestras iglesias sean una iglesia centrada en Jesús, donde se adore y su consumación sea Jesús!
La iglesia existe para prepararte. La Iglesia está aquí para enseñarles que están perfectamente hechos a mano por Dios. La iglesia te edifica en Cristo, te anima y aumenta tu confianza en Él. Tal y como lo afirma el Salmo 16: 11 “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre”
La iglesia es un lugar donde Dios probará tu carácter, donde hay juicio, donde tu pecado y suciedad ocultos te serán expuestos con claridad en tu mente. La Iglesia existe para prepararte para enfrentarte al mundo.
Aunque muchas personas siguen culpando al enemigo por sus problemas, nuestro mayor problema no es el enemigo, sino nosotros mismos. Tenemos autoridad sobre Satanás por medio de Cristo; pero lo que más necesitamos es crecer en autoridad sobre nosotros mismos, para sacar fuera nuestros pecados, nuestra arrogancia, y sobre todo, nuestro orgullo. En el Salmo 51: 7, el rey David le dice a Dios: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame y seré más blanco que la nieve”
Para eso debes ir a la iglesia, sus cultos y mensajes son para corregirte. No obstante, esta parte, a la mayoría de la gente no le gusta. Sin embargo, sin corrección, los creyentes tienden a ser tragados por el mundo. En la iglesia, los creyentes son corregidos cariñosamente sin ser ahuyentados. Realmente, no hay lugar para huir y esconderse de la corrección de Dios. Debemos permanecer firmes en la doctrina, a través del proceso de morir a uno mismo y ser más como Jesús.
Jesús fundó la iglesia para adorarlo y también para unirnos, mejorarnos y corregirnos unos a otros.
La Biblia dice en Hebreos 12: 1 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”.
Hay dos cosas que te impiden correr la carrera con Cristo: el pecado y el peso del mundo.
¿Cuál es el peso de la vida que te desgasta hoy? ¿Una deuda por pagar? ¿Estás preocupado por tus hijos? ¿Por tu esposo o tu esposa? …
Si amas el pecado en tu corazón, si disfrutas cuando estás en pecado, Dios no puede escuchar tu oración. “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado”. [Salmo 66:18]. El pecado trae vergüenza. La vergüenza te aleja de la alegría de amar a Jesús.
Recuerda: es mejor caer bajo los pies de Jesús, que por causa de tu pecado, ser arrojado bajo los pies de Satanás. Cuando estás bajo sus pies, él te aplastará, pero cuando estás bajo los pies de Jesús, Él te levantará y te guiará a tu destino.
Deléitate en las cosas puras de Dios. Ama a Dios en lugar del pecado y Él saciará los deseos de tu corazón.
¡Ve a buscar una iglesia imperfecta, con creyentes imperfectos, para descubrir la gracia de nuestro Dios siempre perfecto!
Que esta sea tu oración hoy:
Jehová, quiero caminar con Tu amor. Yo sé que nadie puede amarte más que Jesús. No obstante, enséñame tus caminos, Señor guíame. “Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación y mi esperanza está en ti todo el día” [Salmo 25: 4]