[Traducción: Inglés | Francés ]
Al convertir nuestras vidas en nuevas criaturas en Cristo Jesús nos sentimos felices y en paz. Pensamos que ya poseemos la gracia de ser santos. Sin embargo, en ocasiones nos invaden las dudas de por qué continuamos pecando, si somos ya miembros del Reino de Dios aquí en la Tierra; y nos preguntamos una y otra vez, ¿o es Él? ¿Alguna vez nos hemos preguntado si Dios realmente quiere ayudarnos a vivir una vida santa? Si Dios nos ayuda, entonces ¿por qué no podemos vivir una vida que le agrada en todo momento? ¿No tenemos la gracia de ser santos?
A veces, puedes haber sentido que no tienes ningún deseo para orar o para asistir a la iglesia, o para alabar a Dios. ¿Podría ser que Él te haya quitado el deseo? La sorprendente verdad es que Dios puede permitir que usted carezca de ese deseo por Él.
Necesitamos entender que los deseos piadosos pueden ser quitados de nosotros hasta que decidamos apartarnos de cada compromiso. Pero, ¿cómo llegamos a ese crucial punto de toma de decisiones en nuestras vidas?
Lo exhortamos a que apriete su cinturón de seguridad para este viaje, esto puede ser largo, pero vale la pena.
Deseo piadoso
¿Cómo sabes cuándo un deseo es piadoso? Primero echemos un vistazo a lo que significa Deseo.
Dios y el hombre tenían una conexión directa en el Jardín del Edén. Adán y Eva eran seres espirituales, vivos por el Espíritu Santo, de modo que su única necesidad era Dios. En el Jardín del Edén la comida no era una necesidad. La ropa y el abrigo no eran una necesidad para ellos, porque estaban cubiertos por la gloria de Dios.
La estrategia que el enemigo usó para cortar la conexión entre Dios y el hombre era introducir la desobediencia mediante el deseo. Sabemos que Adán y Eva conocieron el pecado al comer lo que sus ojos deseaban por encima de la Palabra del Señor.
Hay una diferencia entre las necesidades básicas y los deseos. En Génesis 3: 6 la Biblia nos da una comprensión del núcleo del deseo: “Cuando la mujer vio que el fruto del árbol era bueno para la comida y agradable a los ojos, y también deseable para ganar sabiduría, tomó y comió. Ella también dio algo a su marido, que estaba con ella, y él lo comió.”
En el momento en que pecaron, debido a su deseo, las necesidades y los deseos cambiaron:
- La necesidad (comunión con Dios) puede convertirse en deseo.
- El deseo (lo que elijes) puede convertirse en necesidad.
Alimentos, refugio y ropa se convirtieron en su necesidad, por lo tanto tuvieron que empezar a trabajar duro para ellos. A consecuencia del pecado de Adán y Eva, todos nos convertimos en esclavos para trabajar y para nuestras necesidades.
El día en que Adán y Eva desobedecieron a Dios debido a un deseo, fue el día en que murieron espiritualmente.
¿Qué hace que el espíritu muera?
El enemigo introdujo una cosa simple – un deseo – para convertir nuestro cielo en el infierno mundano. La desobediencia vino junto con ella, y adulteró nuestros deseos. Tales deseos dan nacimiento al pecado.
Es de naturaleza humana caer en pecado, pero cuando vivimos en ella sin arrepentirnos estamos desobedeciendo a Dios. El pecado crece completamente y conlleva a la muerte. “Entonces, después que el deseo ha concebido, da nacimiento al pecado; Y el pecado, cuando está maduro, da a luz a la muerte. “(Santiago 1:15)
El día en que desobedecemos a Dios es el día en que morimos espiritualmente cortando nuestra conexión con Dios. Nos hace perder completamente el acceso a Él. Por lo tanto, el retroceso comienza cuando nuestro espíritu muerto ya no puede oír de Dios. Caemos en manos de Satanás.
Sin embargo, la Biblia nos dice que Dios no quiere que nadie perezca. Sabemos que esta es la Verdad, pero entonces ¿por qué Dios no nos impide pecar?
Para que entendamos por qué, necesitamos primero entender cómo Dios responde a la desobediencia del hombre.
La respuesta de Dios a la desobediencia
Existen en la Biblia dos historias de reyes que pecaron. Ellos fueron el rey David y el rey Abimelec.
La Biblia nos cuenta la historia en Génesis 20: 3-6: “Pero esa noche Dios vino a Abimelec en un sueño y le dijo, “Eres hombre muerto, porque la mujer que has tomado todavía está casada” No había dormido con ella todavía, así que él dijo: “Señor, ¿destruirás a una nación inocente? ¿No me dijo Abraham: ‘Ella es mi hermana’?” Y ella misma dijo: “Sí, él es mi hermano, ¡Actué en completa inocencia! Mis manos están limpias.” En el sueño Dios respondió:” Sí, sé que eres inocente. Por eso te impedí pecar contra mí, y he ahí el por qué no te dejé tocarla.”
Esto es excepcionalmente poderoso. ¡Dios esta vez intervino de una manera sin precedentes! Dios habla a este rey gentil antes de que ocurriera el pecado.
Por el contrario, vemos que el Rey David, a quien Dios llama como un hombre según el corazón de Dios; cuando llegó a pecar, no recibió absolutamente ninguna ayuda. Empezó a caer en el pecado con Betsabé, que también era una mujer casada. El rey David quería pecar debido a los deseos impíos en él, y para sorpresa de todos, Dios no interfirió. Abandonó al rey a sus deseos vergonzosos.
¿Por qué Dios en ocasiones nos abandona a nuestros deseos?
Aunque deseemos no pecar, nuestro deseo de pecado es alimentado sutil o intencionalmente. La carne se fortalece y el espíritu se debilita cuando tenemos claro un deseo en lugar de luchar ferozmente contra él.
Ser abandonado a su deseo es no recibir ayuda de Dios cuando se trata de deshacerse del pecado. Ser abandonado por Él es perderse en placeres temporales que conducen a una condenación eterna. Cuando nos apartamos celebrando, admirando o entreteniéndonos en algo, que no es del Creador mismo, abrimos las puertas al engaño.
Porque conscientemente o inconscientemente celebramos, admiramos y nos entretenemos con la mentira.
Haga una pausa y reflexione.
En el libro Romanos 1: 25-26, se ven más evidencia de esto: “Ellos cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas… “
El Apóstol Pablo lo expresa de esta manera: “Yo realmente no me entiendo, porque quiero hacer lo que es correcto, pero no lo hago. En cambio, hago lo que aborrezco” (Romanos 7:15)
Por mucho que quisiéramos culpar a Dios por no intervenir, también debemos entender, la grandeza y la libertad que el Rey David le da a sus súbditos, para elegir servirle o luchar contra él. Y en el mismo contexto, los sujetos también deben estar preparados para recibir las bendiciones o las maldiciones que provienen de las propias decisiones de Dios.
¿Por qué Dios nos dio el libre albedrío?
Dios le dio al hombre el libre albedrío para experimentar el verdadero amor de Su creación. Quería que el hombre lo deseara voluntariamente. Por eso Dios nos dio el libre albedrío.
Para que Dios se comprometa plenamente con la libertad de voluntad del hombre, no puede forzar un deseo particular. Sólo puede potenciar un deseo de Dios.
Por eso, en el caso del rey Abimelec y del rey David, uno deseaba hacer lo correcto y el otro deseaba hacer lo que le agradaba. Peligrosamente, ambos vieron sus deseos manifestarse… uno a su rescate y otro a su condena.
Aquí hay otro interesante verso sobre la orden de un rey gentil:
Ester 1: 8: “Y la bebida era según este decreto: Que nadie fuese obligado a beber; porque así lo había mandado el rey a todos los mayordomos de su casa, que se hiciese según la voluntad de cada uno “
De hecho, esta fue otra razón por la cual Dios retiró su reinado sobre los israelitas. En Jueces 21:25 se aprecia lo siguiente: “En aquellos días no había rey en Israel. Todo el mundo hizo lo que estaba bien a sus propios ojos”
Aquí hay otro verso de Dios en el que abandona a los israelitas a sus propios deseos: Deuteronomio 18:16: “… como deseabais al señor vuestro Dios en Horeb el día de la asamblea, cuando dijisteis: De nuevo la voz de Jehová mi Dios, vea esta gran llama, para que no muera”
El pueblo escogió una voz humana sobre la voz directa de Dios y éste aceptó y permitió que se complaciera en sus deseos.
¿Qué es lo que más desean? ¿Una respuesta aún más profunda acerca de lo deseado? Reemplacen todos sus deseos, por los deseos del Reino de la Luz, para que no estén impregnados de tinieblas.
La batalla por un corazón limpio comienza en la mente. Apártate para el Rey de reyes. Cuida tu corazón.
¿Cómo guardar el corazón?
Aquí hay 3 maneras prácticas de guardar nuestros corazones:
- En primer lugar, mantenerse alejado de deseos vanos. Ya sean antiguos o nuevos. No entretener un deseo sin fruto agradable a Dios. Reprenda el pensamiento de su juventud que básicamente era sexual. Arrepiéntase continuamente, de todo lo que no es de Dios, hasta que esté completamente descargado de su sistema y entonces: reemplácelo con Sus pensamientos.
¡Desee sólo las cosas de arriba! Entregarnos en los deseos de Dios, es un camino de gloria eterna, sobre los placeres temporales. El habernos abandonado a nosotros mismos, fue el mayor castigo recibido para la humanidad en el Jardín del Edén.
La solución para no ser abandonados, se reduce, a guardar no sólo nuestros buenos deseos, sino también nuestros deseos secretos. Deseos que surgen cuando nuestro foco está borroso. 1ra Pedro 2:11 dice: “Queridos amigos, os advierto como residentes temporales y extranjeros para alejaros de los deseos mundanos que hagan guerra contra vuestras mismas almas”.
- En segundo lugar, cuando los pensamientos que no agradan a Dios vienen a tu mente, no haga espacio para ellos. Ore sin cesar en su habitación. Quite su acceso a ese mal pensamiento. Deseche las llaves de entrada a ellos. Haga lo que sea necesario para huir y bloquear sin piedad su camino.
Aquí es donde tenemos que caer de rodillas y gritar: “¡Dios no, no, no! No se haga mi voluntad, sino la tuya”
Todos tenemos deseos equivocados, pero dejemos que la voluntad de Dios se realice y tendremos mejores resultados.
Jesús oró de esta manera: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
- En tercer lugar, llenar el vacío. Pon al Señor Jesucristo. Reemplace la ansiedad y la búsqueda de deseos, por la búsqueda gloriosa de Su santa presencia. Tenga en cuenta que el tercero es imposible de cumplir, si el primero y el segundo, no se siguen.
Recuerde, el deseo siempre quiere prevalecer. Ya sea de una manera hermosa o adulterada: Romanos 13:14 “Pero poned en el Señor Jesucristo, y no tengáis provisión para la carne, para satisfacer sus deseos” La Nueva Traducción de Vida dice, Romanos 13:14: “En cambio, vístete con la presencia del Señor Jesucristo. Y no te dejes manipular tus pensamientos en complacencia a tus malos deseos”
Si deseas a Dios por encima de todo lo demás, Él no te abandonará, Él estará contigo en todo.
Dios te refinará y te probará porque eres Su hijo y Él te ama. Por tanto, esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: “Mirad, yo los refinaré y los probaré, ¿qué más puedo hacer por causa del pecado de mi pueblo?” (Jeremías 9: 7)
Tome tiempo hoy para meditar en el corazón de Dios para usted. Que esas revelaciones causen un cambio completo de corazón, desde un “corazón de piedra” a un “corazón de carne”. Que se convierta en el fundamento de los deseos en su vida. ¡Deseémoslo con Su gracia!
Espero que este artículo le haya dado motivado para caminar más cerca de Jesús. Haga su comentario y compártalo en sus medios sociales favoritos.
Que la gracia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo se multiplique en ti.
Amén.