(Amigos, esperamos disfrutes esta introducción al entrenamiento para la Guerra Espiritual, Series importantes, en esta temporada para el cuerpo de Cristo. En la parte 1 encontramos la estructura de autoridad utilizada por Dios. Que tengas más hambre de Dios. Prepárate para la batalla!)
A la hora de la medianoche, entrenemos nuestros dedos y manos para pelear la guerra.
Esperando por el hombre o la mujer de Dios que llegue a nuestro rescate no es más una opción en este tiempo de cuarentena. Tenemos que crecer y llegar a ser la persona designada. En este tiempo, debemos entrenar nuestras manos para la batalla!
Significa esto que vamos a ser boxeadores profesionales que nunca perderemos una pelea? En el mundo espiritual, quizás, pero no el mundo físico, esto no es necesario. El tiempo para entrenarse para la guerra es ahora.
¿Pero donde empezamos?
1. Comencemos con el origen.
Jesús escogió a 12 discípulos y los ungió. Pero antes que los ungiera, Jesús se puso en pie y declaró, “ El Espíritu de Dios me ha ungido” (Lucas 4:8) Así como Dios ungió a Jesús con el bautismo del Espíritu, así Jesús ungió a sus discípulos. Jesús es nuestra fuente. el autor de nuestra salvación. (Isaías 12:3), nuestro comienzo y fin. La unción viene del Señor. Sin Jesús no podemos hacer nada.
2. Reconozcamos cuando debemos tomar acción.
Cuando Adán fue puesto en el Jardín, Dios dijo “ Multiplíquense y llenen la tierra’ (Génesis 1:28) Dios colocó uno a cargo, Adán, y la multiplicación por el hijo era necesaria. De la misma manera Jesús, el hijo de Dios, siguió el mismo sistema que su padre. El restaurador de todas la cosas ( Apocalipsis 21: 5) El oro y escogió a 12 hombres, los ungió y después los nombró. El le dijo a sus discípulos, “ A quien perdonen los pecados le serán perdonados” y luego los envió. Ellos hicieron lo que les mandó.
El reino de los cielos avanza con fuerza. Oraciones pasivas y buenas intenciones no van a expander el evangelio a las naciones. Así es que cuando Dios te mande a multiplicar y veas poco fruto, tienes que empezar a investigar cual es el problema y tienes que hacer algo para resolverlo.
3. Caminemos en la autoridad que Cristo nos ha dado.
Cuando Jesús, el hijo de Dios perdonó los pecados, los fariseos se molestaron. Se asombraron cuando Jesús ministro al paralítico quien fue bajado a la reunión por la fe de sus fieles amigos. Jesús primero sano su alma, diciendo ‘‘Hijo, tus pecados te son perdonados” antes de sanarlo. (Lucas 5:17-39)
Jesús siendo el hombre perfecto, dio a sus discípulos, siendo ellos todos pecadores, la autoridad de hacer lo que él hizo.
Sanar los enfermos, limpiar los leprosos, Resucitar a los muertos, echar fuera demonios: De gracia recibisteis, dad de gracia. (Mateo 10:8)
¡El equipo de Jesús recibió el mismo poder que el hijo de Dios! En el reino, cuando Cristo da su autoridad, su poder es mostrado.
¿Cuanto poder has recientemente visto?
Seguro que Satanás no quiere que creas que puedes vivir en la tierra como vivió Jesús.
Jesús lo espera. El nos llamo luz, como él es la luz (Mateo 5:14) Él nos encomendó brillar con tanta intensidad que la gente daría a Dios la gloria (Mateo 5:16)
Jesús ungió a sus discípulos para continuar la obra y el no ha cambiado. Tenemos que representarlo a Él, el cuerpo de Cristo, en la tierra, para multiplicar la semilla que él nos dio.
¡Amigo, tu representas al Señor! Cuando el enemigo te ve, él no ve a ti, él ve la sangre de Jesús que te cubre! Esto lo pone furioso! No te das cuenta porque los ataques ocurren porque quizás tu no sabes quien eres en Cristo.
Tu eres las manos y pies de Cristo, su cuerpo, tú eres cristiano, “Un ungido” le perteneces.
Ahora renueva tu mente.
4. Brillemos en Cristo y aferremonos a quienes somos en El: ¡su unica luz!
Cuando Jesús ascendió al cielo, el envío su equipo hasta lo último de la tierra. El señor les dijo, “Id por todo el mundo y anunciad el evangelio a toda creatura” (Marcos 16:15)
Ninguno de los discipulos de Jesus cumplio la gran comisión de la misma forma. Todos los hombres y mujeres de Dios tienen diferente gracia, diferente llamados. No todos son apóstoles o profetas o evangelistas. Lo grande de nuestro Dios es que el hizo todas las cosas diversas. Diferente naciones, diferente color de piel, diferente especies, diferente terrenos llenan esta bella tierra. Nuestro Dios creativo dio gracia a su iglesia para reflejar su belleza conforme a su gusto.
Cada hombre de Dios fue enviado a diferente nación, mostrando su gracia única, aunque todos fueron ungidos por Cristo.
Felipe el evangelista, dondequiera que iba el avivamiento explotaba. Ahora el apóstol Juan el discípulo amado, demostraba un profundo amor por los creyentes. Pablo enseñó conceptos del nuevo testamento, su teología está aún descubriendose. Pedro aconsejaba familias y grupos para operar en la gracia de Cristo. Santiago predicó la santidad y el pecado. Diferentes hombres llevaron diferentes percepciones de la revelación de Cristo: Todo era bueno.
Conocete tu mismo en Dios y deleitate en la gracia que él te ha dado y para de comparar.
5. Finalmente, ¡conectate con Dios!
¡Si quieres entrenarte para la guerra y quieres que tu espíritu crezca, tienes que conectarte con el cielo hoy más que nunca! Lo más profundo que te conectes con Cristo, lo vas a reflejar acá en la tierra.
En nuestra próxima parte de esta serie vamos a aprender como un individuo que se conecta con el cielo puede cambiar su ambiente para avanzar el reino. Juntos vamos a comprometernos y vamos a operar como El Espíritu Santo fielmente nos entrene para la guerra.