Esta es la segunda parte de la serie devocional: 5 Claves para moverse como el Espíritu Santo. La semana pasada estudiamos nuestras raíces. Conocer nuestros inicios nos ayuda a tener una mejor perspectiva de nuestra vida.
Sigue este enlace si te gustaría leer la primera parte: Conoce tus Inicios
El Espíritu Santo se movía sobre el caos, cuando Dios habló y dijo: Hágase la luz. Y se hizo la luz. Una vez que se formó la tierra, Dios se inclinó e hizo con amor a Adán.
En Génesis 1: del 26 al 27, la cita es la siguiente: “Entonces Dios dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves del cielo, en las bestias, en toda la tierra, y en todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen en la tierra. A imagen de Dios los creó; macho y hembra los creó”.
Toda la humanidad encuentra sus inicios en ese primer hombre, Adán; quien se formó con solo dos ingredientes: la tierra y el aliento vivificante de Dios Todopoderoso.
En Génesis 2: 7: “Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente”.
¿Sabías que, en el momento en que un hijo de Dios es transformado, su espíritu cobra vida, así como lo hizo el de Adán, en el sexto día de la creación?
Cuando Dios habló, le dio autoridad a Adán para gobernar libremente sobre toda la tierra. Nosotros, que somos restaurados en Cristo, debemos saber que todo lo que Dios dijo a Adán es aplicable a nosotros. En Cristo, tenemos la misma autoridad que Dios le dio, por primera vez, a Adán y a Eva, en el Jardín.
Dios le había advertido a Adán: “El día que desobedezcas, morirás”. Dios no estaba hablando de la vida física de Adán, Él estaba hablando de su vida espiritual. Cuando Adán pecó, su espíritu se desvaneció. Es decir, la conexión existente entre la creación y Dios comenzó a deteriorarse cuando el hombre dio lugar al pecado.
Solo por una conversación con el enemigo, toda la creación se contaminó con el pecado. Una semilla de duda implantada cuidadosamente, permite que el pecado se apodere y el espíritu de Dios se desconecte.
Adán caminó con gran poder antes de la caída de su espíritu. Él y Eva gobernaban sobre la creación y se comunicaban diariamente con Dios.
Entonces, ¿por qué hoy no vemos este mismo poder? Este poder del Espíritu, NO está ausente. El poder del Espíritu está encubierto por nuestra naturaleza carnal.
Cuando somos salvos, este mismo aliento de Dios hace que nuestro espíritu viva.
Si el mismo aliento de Dios me hace vivir, ¿por qué no estoy funcionando como lo hizo Adán antes de la caída?
Jesús dijo en Juan 3: 8: “Aquellos que son nacidos del Espíritu son espíritu”. ¿Dónde se manifiesta hoy el mismo funcionamiento del Espíritu en la tierra?
Pablo nos dice en Romanos, el problema es el PECADO. “El problema está en mí, porque soy demasiado humano, esclavo del pecado. Realmente no me entiendo, porque quiero hacer lo correcto, pero no lo hago” “… Así que no soy el que está haciendo mal; es el pecado que vive en mí el que lo hace”. (Romanos 7: 14,15,17).
La naturaleza carnal en nosotros, es lo que peca. Pablo explica que debemos escoger, si seremos dirigidos por el pecado, o dirigidos por el Espíritu.
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Romanos 8: 5-6).
Hay dos partes, en cada uno de nosotros; cada una, tratando de ganar control. Una parte es espiritual y la otra, carnal. La carne no se regenera: solo nuestro cuerpo; pero la carne es muy pecaminosa.
“Porque la mente carnal es enemistad contra Dios, porque no está sujeta a la ley de Dios. Es decir, los que están en la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8: 7-8 KJV).
Amado, nuestra carne está hecha para persistir. Nuestra mente carnal es hostil a Dios. Nunca se sometió a Dios y nunca lo hará.
Puedes orar durante una hora, lleno de fuego, luego ir a casa y pelear con tu esposa … puedes darte una paliza, preguntándote, ¿qué me pasa? Es tu carne.
¡Pero gracias a Dios por su ESPÍRITU!
Amados amigos, el aliento de Dios es vida, ¡Y esa VIDA está en nosotros! Si no funcionamos como se supone que debemos hacerlo, es porque NUESTRA MENTE no está sometida al Espíritu Santo. Dejar que tu naturaleza pecaminosa controle tu mente conduce a la muerte, pero si tu mente es controlada por el Espíritu, conduce a la vida.
¿Está tu mente controlada por el Espíritu o por tu carnalidad?
Una mente renovada no solo piensa; sino que también es llevada por el fluir del Espíritu Santo.
¿Cuál es la diferencia entre la forma en que funcionaban Adán y el apóstol Pablo con relación a nosotros? ¡La diferencia es, en cómo pensamos!
Muchas personas no tienen la grandeza que se supone que deben tener porque sus identidades no se renuevan. Sus mentes se limitan a pensar como esclavos, a hablar como esclavos, a actuar como esclavos, porque así son ANTES de recibir a Cristo. Hasta que nuestras mentes no se renueven en Cristo, el miedo y el pecado controlarán todos nuestros pasos.
Pero, pon atención a esto: “No estás controlado por tu naturaleza pecaminosa, si tienes el Espíritu Santo viviendo en ti serás controlado por el Espíritu”. (Rom 8: 9).
Mientras el enemigo pueda convertirte en esclavo del pecado, él mantendrá tu espíritu lisiado y tu vida sin poder. En cada ataque que el enemigo hace y te hace hacer, ya sea de palabras o con el pensamiento; traerá el pecado a tu vida, atacando, de esta manera a tu mente.
Amado, ¿qué te está guiando? ¿Tu carne o tu espíritu?
La CLAVE para aprender a NAVEGAR como el Espíritu Santo es: CONTROLAR tu MENTE.
¡Eres como el viento! Somete tu mente al Espíritu Santo y esta será renovada.
(La tercera parte es la siguiente: La persistencia es esencial. Haga clic aquí para suscribirse y recibir este blog en su buzón).